Los casi veinte cuentos que hay aquí dentro configuran un muestrario aparentemente variopinto: relatos de amor con ambiente futbolístico, historias de caballeros legendarios, hermosuras repentinas que se untan al cuerpo de una mujer, amantes dedicados a escribir cartas imposibles.
Leerlos es fácil: se toma la hebra de la primera frase y se da un tironcito; el resto fluye solo, inundando al lector con palabras, párrafos y algunos diálogos. Luego conviene olvidarse del libro, dejarlo que busque un rincón oscuro en la memoria del que surgirá tiempo después, cuando el lector sepa que leyó, sin poder recordar con claridad dónde, la historia de ese escritor que iba perdiendo vocablos o la del entrañable hombrecillo que no quería volver a casa, temeroso de la belleza de su mujer.
En este libro, Tomás Granados Salinas ha sabido robarle una caricia a la literatura, ha reunido aficiones y anhelos, ha puesto al descubierto algo que el lector no tardará en reconocer como suyo: la mirada que parece superficial y que, con el correr de los renglones, penetra en la piel como un aguijón.
Tomás Granados Salinas nació en 1970, en la ciudad de México, donde ha vivido desde entonces. A pesar de ello estudió Matemáticas y, como era de esperar, constató cómo la fatalidad se inmiscuía en su destino: se convirtió en editor de libros. En 1989 publicó otro volumen de relatos, "Pretextos para un velorio" (Libros del Tapir), y en 1995 una biografía para jóvenes de Euclides, "El dibujante de Triángulos" (Pangea).