La última ficción de José Donoso, el más célebre narrador chileno de este siglo: la identidad y el origen son, en último término, nociones relativas o indiscernibles.
Tras la muerte de su padre bajo un derrumbe en una mina de carbón, Toño junta restos de ropa y otros objetos del minero desaparecido, y sube al cementerio para enterrarlos allí a falta de un cuerpo que sepultar.
Las páginas alucinadas de El Mocho, novela que José Donoso (1924-1996) no alcanzó a ver publicada, reformulan -con la proverbial fuerza metafórica de su escritura- antiguas obsesiones que hasta el último día animaron la imaginación del autor de El obsceno pájaro de la noche.
Perseguida por los murciélagos en la playa, Elba (la madre de Toño) se debate entre la culpa y el deseos mientras Arístides -el Mocho- lo observa todo desde el Pabellón, elaborando oscuras genealogías que encarnan la infiltración mutua, siempre perversa, entre aristocracia y marginalidad, poder y degradación.
A la asfixiante existencia de los mineros se contraponen, como escenario del delirio cotidiano, el circo y el prostíbulo, todo frente al trasfondo asordinado de la represión durante la dictadura militar: los desaparecidos(como el cuerpo ausente del padre de Toño) señalan la ambigüedad esencial que cruza a los protagonistas de El Mocho.