Es un libro excepcional de relatos fantásticos que ya figuran en todas las antologías del género. Ha sido editado por varias casas editoriales, pero hasta hoy estaba agotado. En los años 60 surgió, inopinadamente, esta "flor del mal", llena de un humor que adquiere nuevos matices y tonalidades con el tiempo. El lector se lo pasa muy bien en este clima de jocundo terror, entre vampiros, momias y licántropos, y extraños fenómenos que suceden en su vecindad más reconocible y cotidiana. Difícilmente podremos olvidar a personajes como "el rosado Zarco" y Amalia, "la mujer amarilla", en el barrio madrileño de las Ventas del Espíritu Santo.