La poesía de Joan Vinyoli (1914-1984) participa de ámbitos diferentes, encuentra un equilibrio privado entre materiales y tratamientos que se dirían a veces irreconciliables. Mistérica y al mismo tiempo terrenal, órfica y partidaria de lo palmario, exquisita y aficionada a la administración de sabios prosaísmos. Equidistante siempre del saber biográfico y del -llamémoslo así- transmigratorio, intuitivo. Diáfana y llena de espejismos.
La aventura de leerlo, de traducirlo, significa aproximarse al sentido hondo de la poesía: asistir a la aventura verbal mediante la que alguien nos refiere su aventura en el mundo. Vinyoli tuvo una alta consideración de la poesía, de la labor del poeta, del sentido que la poesía alcanzaba en su figura de poeta y en su trayectoria privada, que eran uno y el mismo asunto. Con palabras precisas, de un bronce muy vivido, nos habló de todo lo que importa a un lector como hombre.