El libro de la poeta Gloria Young, Nada Que Ocultar, es una especie de anti-mito, o de un mito al revés. Su comienzo es lo más cercano a una hecatombe final. Más que el anuncio de una tragedia, es la tragedia misma, es la nada que llega en un vendaval que arrasa cercas, cimientos, árboles, pero que la poeta lo identifica con ?la magia?, es el ?viento que trajo la lluvia? cerrándonos el paso/en la carretera? y luego llega la calma en ?el huerto (que) pide mis manos/nuevamente?; como si el universo solicitara, una y otra vez, otra oportunidad. Luego, un movimiento telúrico sacude la cama como si fuese una ?violenta hamaca? la tierra, impulso cósmico? y la poeta pregunta ?¿eras tú sobre mi cuerpo? / ¿protegiéndome? / ¿o matándome de asfixia??. Un dolor milenario recorre su piel, sus sentidos; como una huella indeleble que atraviesa centurias, generaciones; es un dolor hecho memoria, íntimo y colectivo, local y universal.