Marina Tsvietáieva, una de las figuras cumbres de la Edad de Plata de la literatura rusa, inició durante su exilio en Praga su inacabada trilogía trágica, La ira de Afrodita, con Ariadna, tragedia a la que quiso dar el nombre de su querida hija, en aquellos años marcados por su propia tragedia vital. Tragedia que irá materializándose tras su regreso a la Unión Soviética en 1936. En 1941 puso fin a su vida.