El autor, \'abmochilero por gusto\'bb, utiliza trenes, autobuses, aviones y barcos, en un viaje en el que se asoma, entre otros lugares, al T\'edbet; al nacimiento, el curso y la desembocadura del r\'edo Yangts\'e9 y a la aldea donde naci\'f3 Mao Ts\'e9 Tung.
Como es su costumbre, Reverte se adentra en p\'e1ginas de la historia del pa\'eds cuando estas le parecen emocionantes o interesantes. Y su particular mirada serena, tierna y perpleja ante el mundo impregna constantemente las p\'e1ginas de este relato.
La China de hoy constituye el paisaje de Un verano chino: un retrato en ocasiones duro de un pa\'eds dif\'edcil cuyo futuro no es f\'e1cil de prever y cuyo pasado ha sido destruido casi por completo. Se trata, adem\'e1s, de un libro cargado de sentido del humor que nos har\'e1 re\'edr a carcajadas en m\'e1s de una ocasi\'f3n.