A sus 16 y 14 años, los hermanos Cuervo hablan cuatro idiomas, diseñan jardines al modo inglés, poseen dotes en aeromodelismo
y solo se acuestan con prostitutas. Son el enigma que fascina a todo un colegio, especialmente a Nelson Reina, que será al mismo tiempo su único amigo, su biógrafo; su imitador.
Muchos años antes, la madre de los Cuervo se fugaba con un mito del ciclismo colombiano, atrapado en una espiral de delincuencia.
Esta novela confirma a Andrés Felipe Solano como un fino y prolífico creador de personajes; consciente, además, de que no por profundas o desdichadas, sus criaturas deben dejar de ser tiernas ni divertidas.