Siegfried Meir, miembro de una familia judía de Fráncfort, solo tenía ocho años cuando fue deportado a Auschwitz. Perdió a sus padres en el campo y fue evacuado en una marcha de la muerte que se cobró centenares de víctimas. Llegó a Mauthausen en enero de 1945 y adoptado, tras la guerra, por un prisionero español.
«Un día Moustaki me dijo: “Debería conocer a Siegfried Meir; su vida es asombrosa, lo encontrará interesante.”Así que me cité con Siegfried en la terraza del Rostand, cerca de los jardines de Luxemburgo. Y en verdad esa mezcla de dulzura y firmeza resultó asombrosa e hizo que no tardara en decir: “He sido un niño en Auschwitz.”Las teorías psicológicas actuales demuestran que la falta de afecto, un fallo relacional, a menudo debido a una desgracia sufrida por los padres, afecta el desarrollo de un niño de un modo duradero. De modo que, tal como el lector imagina, Auschwitz sólo puede destruir a un niño de manera irremediable.Mi resiliencia no es una autobiografía, es una investigación sobre uno mismo, un diálogo con Sherlock Holmes, como un doble, una sombra, un Doppelgänger que camina al lado de Siegfried, lo cuestiona y lo ilumina mientras recupera archivos que rellenan algunos huecos de la memoria.» Boris Cyrulnik, del prólogo del libro.