Bajo el título general de uno de sus relatos, La cabeza oscilante, el presente volumen incluye La linterna sorda, Pamplinas y la adaptación teatral que Jules Renard realizó de su obra más célebre, Pelo de Zanahoria. Conservando el prólogo que Julio Gómez de la Serna escribió para la edición de 1931 y añadiendo otro de Juan Lamillar, presentamos una nutrida muestra de la obra de madurez de ese pionero que fue Renard, caracterizada por el relato corto, el aforismo y las escenas teatrales, conjunto con el que traza un retrato certero y cáustico del campesinado francés de fines del siglo XIX.
Se vale Renard de su mirada aguda y un tanto irónica sobre la realidad, y de un estilo preciso, austero, alejado de la retórica decimonónica, que lo convierte, en palabras de Jean-Paul Sartre, en uno de los precursores de la literatura contemporánea. Y siempre es conveniente, en estos tiempos en los que han vuelto con fuerza el aforismo y el microrrelato, entretenerse y aprender con las páginas de uno de sus más inteligentes creadores.
Jules Renard (Châlons-sur-Maine, 1864-París, 1910) es uno de los escritores franceses más importantes del cambio del siglo xix al xx, época de tanta renovación en artes y literatura. Fue uno de los fundadores de la prestigiosa revista Mercure de France y perteneció a la Academia Goncourt. Defensor de los derechos civiles, socialista, pacifista y anticlerical, fue alcalde de Chitry-les-Mines.
Prolífico autor de poemas, novelas, cuentos y obras teatrales (sus obras completas ocupan diecisiete volúmenes), debe su destacado lugar en las letras francesas a tres títulos: Pelo de Zanahoria (novela en 1894 y obra teatral en 1900), los poemas en prosa de Historias naturales (ilustrados en distintas ediciones por Toulouse-Lautrec, Félix Vallotton o Pierre Bonard, y cinco de ellos puestos en música por Maurice Ravel) y, sobre todo, desde su publicación póstuma en 1925, su Diario, unas páginas lúcidas no sólo sobre la sociedad francesa sino sobre el mismo escritor, que también se analiza de manera implacable.
Una visión algo cínica del mundo y un cierto desencanto matizado por la ironía y por una solapada ternura son algunos de los rasgos más notables de Jules Renard, un autor que aún sigue sorprendiendo por su modernidad.