Es conocida la afición de los británicos a hacer comedia de un entierro, pero, aunque esta novela cae sin duda dentro de esta categoría, es también algo más. El incidente inicial, la muerte del coronel Alfred Winthorpe, lejos de ser motivo de duelo, supone un verdadero alivio para su familia, pues con ella terminan largos años de violencia, tristeza y amargura. Nadie, sin embargo, parece dispuesto a admitirlo y todos siguen adelante con el ceremonial prescrito, guiados por un sentido del deber al que obedecen sin saber por qué. Ese deber moral nunca puesto en duda es el que ha regido el designio de esta familia, que ahora se obstina en cumplir con las expectativas sociales y rendir con decoro su último adiós a un hombre al que nunca quisieron.