La Guerra Civil ha sido fuente de inspiración literaria, prácticamente desde el momento en que terminó. El niño y el pueblo perdido es una nueva muestra de ello: más concretamente, se inspira en la batalla del Ebro y, sobre todo, en la sierra de La Fatarella. Se trata de una obra algo especial, pues los personajes que aparecen en ella son reales, pero novelados; son locales, pero universales; pero compartidos por cualquier ser humano. Una narración que no dejará a nadie indiferente.