El arte es educación y la educación es arte. Ambos comparten la intención de ayudar a dilucidar lo que se desconoce, desafían la comprensión que se tiene de la realidad, provocan aprendizajes, transforman a las personas y sus contextos?, cosa que no sucede cuando la educación niega lo artístico o viceversa. Llevarlo a la práctica no es tarea fácil para mediadores, artistas o educadores, por lo que es de gran utilidad conocer las propuestas de la exposición ni arte ni educación que desarrolló el Grupo de Educación de Matadero Madrid. Quienes la visitaron pudieron experimentar diversos proyectos críticos, provocadores, lúdicos; todos ellos desarrollados con estrategias artísticas y con un claro carácter pedagógico. Por ejemplo, pensar quién tiene la piel ?color carne?, jugar a ?hundir países? o escuchar a una mujer nacida en Mali no son obras de arte intocables, ni tampoco forman parte de una asignatura, pero hacen que el racismo, el etnocentrismo o la discriminación se vuelvan tangibles.
Así, ni arte ni educación no es una exposición, ni es una escuela, sino una investigación sobre las relaciones del arte y la educación, sus límites e intersecciones. Del mismo modo que este libro no es un catálogo ni un manual, sino que recoge los resultados y reflexiones sobre este experimento de participación y producción colectiva de conocimiento.