La amistad y familiaridad de Gustavo Tatis Guerra con García Márquez no han hecho más que extenderse y profundizarse con toda la familia del escritor a lo largo de las dos décadas y media que implican los diecisiete textos que componen La flor amarilla del prestidigitador. Es el mismo tiempo que ha necesitado su autor para vivirlos, meditarlos y escribirlos, capítulo a capítulo. No se trata, por tanto, de una colección de textos heteróclitos, sino de una reunión de trabajos, de búsquedas y expresiones, que tienen la misma convergencia: revelarnos hechos y aspectos variados de la vida, la familia y la obra de Gabriel García Márquez, acaso aquellos que han afectado al mismo Tatis Guerra de algún modo como hombre y escritor, pues, como afirmó Margarite Yourcenar, las personas miramos siempre en un libro o en una vida las facetas que reflejan mejor nuestra propia vida.
Así, el autor nos lleva de la mano, con su pluma experimentada de periodista y reportero y su ángel acariciador de poeta y pintor, a través de la vasta geografía humana, emocional, familiar, literaria, periodística, cinematográfica, política y diplomático del autor de Crónica de una muerte anunciada.