En el año 2000, poco después de llegar a Tokio para trabajar en un club nocturno, la británica Lucie Blackman, exazafata de vuelo de veintiún años, desapareció. El caso despertó mucho revuelo mediático y activó una búsqueda desesperada en la que incluso participaron zahoríes australianos. Se especuló con la entrada de Lucie en una secta y con su secuestro por una banda de traficantes de órganos hasta que salió a la luz su relación con un misterioso cliente. Fruto de diez años de investigación, Devoradores de sombras se lee como un thriller que desafía a nuestra credibilidad, pero es también un retrato del lado más sórdido de Japón, un drama judicial y la triste historia de una familia enfrentada y de una pobre chica que se encontró con el Mal en estado puro.