Es cierto que se ha hablado mucho acerca de las dietas vegetarianas, sus pros y sus posibles contras, que aún no están del todo claros. Lo que sí es cierto desde hace milenios (que ahora parece que hemos olvidado) es que hemos dependido de lo que la tierra nos ha ofrecido para llenar nuestra mesa de alimentos ricos y frescos. Son la gran ayuda de la naturaleza para sentirnos vigorosos e incluso sanarnos. Hipócrates y muchos otros veían y admitían en sus escritos que ninguna enfermedad es excluible de tratarse con la alimentación.
Esto me recuerda que en los últimos años he aprendido mucho sobre las propiedades y beneficios que la tierra puede aportar a nuestras mesas. Siempre lo he sentido como algo intangible (espiritual incluso), esa capacidad de sanarse a uno mismo si se quiere, en las condiciones que sea y por medio de la buena cocina.
En este capítulo he trazado un camino con unas recetas sin gluten vegetarianas muy variadas, siempre dándoles un toque, para que el cuerpo y el alma disfruten a cualquier hora del día, cualquier momento del año e incluso sin importar donde estemos porque con una sartén y un buen fogón, se pueden hacer maravillas con los recursos que encontremos en un huerto o una frutería.
¡Espero que disfrutéis del viaje tanto como yo al diseñarlo!