No logro vincularme a lo nuevo y
prosaico
pues vi la luz primera en una ciudad vieja;
recuerdo a mi ventana la hilera de tejados
que descendían a un puerto soñador, pintoresco,
los portales tallados con el sol del ocaso
bañando claraboyas y vitrales de puertas,
las torres georgianas con doradas veletas.
Oh visiones que ahormasteis los infantiles
sueños,
fuisteis fermento cauto de esplendores que aún restan
y escapan la lazada de otros vanos espectros
sonámbulos, adultos, sin fe, que con incierto
paso rondan los muros del cielo y de la tierra:
Cortad ya las cadenas del instante y yo sea
libre y pueda medirme a solas con lo eterno.
«Antecedentes» H. P. Lovecraft
H. p. lovecraft no es sólo autor de uno de los más exitosos ciclos de literatura fantástica de todos los tiempos. El universal creador de Cthulhu y Shub-Niggurath fue además un comprometido poeta. Únicamente cuando frisa la treintena y viene de conocer a Lord Dunsany, el narrador comienza a imponerse. Sin embargo, en 1929, cuando ya han visto la luz La llamada de Cthulhu o El color venido del espacio, el divorcio y la recuperada soledad en Providence traerán de la mano a la poesía. Hongos de Yuggoth es un compendio en verso de sus ideas artísticas, así como una declaración de amor a la imaginación. Ateo empedernido y profeta de la insignificancia humana, si Lovecraft entreabrió una puerta a la esperanza, lo hizo desde luego en estos versos.