«Estamos ante un texto blanco como la nieve que rodeó y envolvió al autor durante los meses en los que se inscribe este relato. Desde la primera página somos trasladados a un paisaje que no es solo exterior sino también interior. Cada episodio nos va adentrando en un territorio desconocido y, sin embargo, extrañamente familiar. Narrando una estancia entre esquimales en paisajes sitiados por el frío hostil de Alaska, nos encontramos en un entorno sorprendentemente cálido. Esta modificación de temperaturas se debe al modo como es vivido y transmitido por su autor, el cual consigue que el lector lo acompañe al mismo lugar en el que él se fue adentrando.
Estas páginas enseñan a mirar y caminar por el mundo de forma sagrada. Despiertan la capacidad de reconocer la verdad, la belleza y la bondad que se ocultan en cualquier rincón de nuestra tierra.» (Del prólogo de Javier Melloni)