Mark Twain, seudónimo del escritor estadounidense Samuel Langhorne Clemens, nació en Florida, Missouri en 1835. Pasó los primeros años de su vida a orillas del río Mississippi. Trabajó como tipógrafo y participó en la Guerra de Secesión; fue minero, periodista y conferenciante de prestigio. Su obra literaria, traducida abundantemente al castellano, incluye libros de viajes –Inocentes en el extranjero (1869), Pasando fatigas (1872), Un vagabundo en el extranjero (1880) o Viaje alrededor del mundo (1897)– y novelas –entre las que se cuentan: Las aventuras de Tom Sawyer (1876), Las aventuras de Huckleberry Finn (1884), dos de sus obras más celebradas; además de Un yanqui en la corte del rey Arturo (1889), The American Claimant (1892) o El forastero misterioso (1916)–. También escribió ensayos –On the Decay of the Art of Lying (1880), ¿Qué es el hombre? (1906), Is Shakespeare dead (1909) o Cartas desde la tierra (1962)– y libros de memorias –entre los que destacan: Vida en el Misisipi (1883), otro de los más emblemáticos, y Autobiografía (1906-1907)–. Su literatura se caracteriza por un lenguaje claro, directo y bienhumorado, repleto de dialectalismos y slang. El autor de los fragmentos y aforismos que ahora presentamos al lector, uno de los maestros indiscutibles en el género, murió en Redding, Connecticut, en 1910.