Lo superfluo y otros poemas está escrito desde la mirada: una mirada que se analiza a sí misma, que recorre el territorio —esta obra tiene mucho de libro de paisaje— y lo atraviesa. La mirada de Alberto Santamaría propicia una búsqueda que no siempre da fruto en el hallazgo, sino que incide en el camino y el proceso; una mirada del descubrimiento tan cercano a lo religioso, y una mirada que reclama que la poesía atienda a aquello que pasa desapercibido. Paisaje, religión, política, lenguaje: así como los pintores del siglo XVIII abocetaban con acuarela aquellos rasgos del paisaje que desaparecían pronto, la poesía se comprende también aquí como vislumbre y fogonazo.