Sophie Germain nació en París cuando se fraguaba la Revolución francesa, e hizo honor, a lo largo de toda su vida, a la lucha contra lo establecido. Autodidacta, alcanzó las cotas más altas de las matemáticas a pesar de la oposición familiar y de la sociedad científica.
Pero tal era el nivel de sus contribuciones que acabó siendo la primera mujer en formar parte de la Academia de las Ciencias francesa, tras haber ganado un concurso matemático del Instituto Francés. Son célebres sus intercambios epistolares con algunas de las mentes más brillantes de su tiempo, como Lagrange o Gauss, que mostraron su admiración por la que llegaron a considerar como una igual.
Tanto las Consideraciones generales como los Pensamientos son dos textos publicados póstumamente. En ellos, la autora reflexiona sobre el conocimiento humano. Presenta una filosofía cercana, honesta, preocupada por los hechos y en contra de lo prejuicios, demasiado abundantes: en definitiva, una filosofía tal como la misma Sophie Germain fue en vida. Resulta imprescindible que testimonios como el suyo no caigan en el olvido. Por el bien de la humanidad y de ese conocimiento suyo que tanto amó.