Oleg es autor de historietas. Durante más de veinte años, su vida cotidiana ha girado en torno al dibujo y a la narración de historias. Y todo esto fluye con naturalidad, hasta estos últimos días, en los que la creación parece patinar, en los que los proyectos se suceden pero la convicción parece faltar, como si en algún lugar “se hubiera perdido el impulso”. Así que Oleg indaga, busca y reflexiona. Alrededor de Oleg está el mundo, grande, amplio, rápido, cambiante, moderno, desestabilizador, inexorable. Ermitaño seguro de sí mismo pero atento observador, Oleg es el testigo involuntario de este mundo en perpetuo cambio, un mundo que aporta su cuota de acontecimientos y sorpresas, tanto buenas como malas. Y sobre todo, está su pequeño mundo: la mujer cuya vida comparte desde hace dos décadas, y la hija de ambos, en plena adolescencia.
Veinte años después de 'Píldoras azules', Frederik Peeters vuelve a hablar de sí mismo, pero cambia la primera persona por la tercera. Su avatar Oleg le permite difuminar las líneas para ahondar en su oficio de dibujante, y también señalar algunas de las contradicciones que atormentan nuestro tiempo: la ultramodernidad tecnológica y el pensamiento reaccionario, el culto a la superficialidad y la búsqueda de la autenticidad, la sobreabundancia y la confusión. “Con Oleg, tenía tanto la idea de la ficción (no era mi nombre) como la realidad (el ego, ya que es lo que nos interesa a todos), sin olvidar el juego (Lego)”, confiesa el autor suizo.