En los campos de Augusta, en Georgia, el algodón ha dejado de cultivarse y los campesinos se han trasladado a la ciudad para trabajar en las hilanderías. Jeeter Lester es un blanco pobre, heredero arruinado de una extensa propiedad, que en otros tiempos fue próspera. Él no ha abandonado sus tierras y mantiene la esperanza de conseguir un préstamo para comprar semillas de algodón y reavivar el añorado cultivo.
La decadencia económica de la región se empareja con la vileza moral, expresada por los personajes con sus actitudes mezquinas, grotescas y racistas. Los paisanos de Caldwell lo consideraron un traidor al describirlos como unos seres primitivos, y El camino del tabaco fue anatemizado por las bibliotecas de su ciudad. El escritor alegó que la obra era sobre todo un rechazo a la literatura de “claro de luna y magnolias” que se hacía en el sur.
De esta obra se hizo una adaptación teatral que se mantuvo siete años en cartel en Broadway y John Ford la llevó al cine en el año 1941 con una joven Gene Tierney en uno de los papeles.