Con este ensayo, publicado por primera vez en 1997 en las páginas de The New Yorker, Cynthia Ozick se proponía darle la vuelta a la interpretación que se ha ido conformando con el paso de las décadas alrededor del famoso diario de Anne Frank. Según Ozick, las sucesivas ediciones, revisiones y adaptaciones al cine y al teatro de las que ha sido objeto el diario, sumado a su éxito de ventas, han contribuido a distorsionar su mensaje y a atenuar su potencial, pues se ha tendido a convertir el texto en un relato simpático, una lectura luminosa y reconfortante –o peor aún: un «canto a la vida»–, que nada tiene que ver con lo que realmente es: la crónica del día a día en la clandestinidad de una familia judía durante la persecución nazi, explicada por una testigo de excepción. Editado por primera vez en formato libro en castellano, actualizado y anotado, el artículo de Ozick deviene hoy en día un interesantísimo reportaje sobre cómo evoluciona y se transforma la recepción de un texto incómodo a lo largo de los años.