Annetta tiene un cuerpo mínimo, sus huesos no crecen. Esa pequeñez avergüenza a la bella y elegante Sofia Vivier, su madre, una mujer rodeada de misterio que vive como una huésped en su propia casa. Sofia se calza con terquedad su papel de madre, pero empapa a su hija día tras día de una infelicidad vaga y abstracta. Por otro lado, el padre es para ellas un extraño. La llegada a la casa de Clara Bigi, que viene para establecer un orden, lo pone todo patas arriba: con sus imposiciones duras y absurdas comienza a desmoronarse el mundo de la pequeña, quien se siente cada vez más atrapada en una carrera sin fin por alcanzar el amor de Sofia. Con el paso de los acontecimientos, Annetta se vuelca por completo en su madre, cultivando la desdicha de esta como un regalo en lugar de como una condena.
Sobria y elegante, de escritura desnuda, Una mínima infelicidad se fija en la relación entre una hija y su madre para explorar la infelicidad como lugar. Carmen Verde nos arrastra hasta la última página como si se tratara de un naufragio deseado. Finalista del prestigioso premio Strega, esta novela debut marca un hito en la narrativa italiana de los últimos años.
«El debut de Carmen Verde es brillante tanto en su estilo como en su estructura, e ilumina desde dentro un retrato familiar. A pesar de la crueldad que Anna recibe por parte de su familia y amigos, la protagonista es a la vez delicada y resistente, mientras su mundo se hace añicos». —Corriere della Sera
«Una mínima infelicidad es sobre todo una historia de amor. Un amor seco cuando se dirige de la madre a la hija, porque la primera es explosiva, atractiva, infiel, pendiente de sus compras y sus amantes más que de la niña; un amor entregado, generoso e infinito en sentido inverso, cuando la niña de huesos diminutos y corazón cerrado mendiga el amor de su madre y lucha por encontrar los espacios en que pueda volverse querida, necesaria, compañera. Y un tercer amor: el que profesa la protagonista y narradora a la toxicidad de ese lazo». —Berna González Harbour, Babelia
«Es muy difícil contar lo que cuenta Carmen Verde —y cómo lo cuenta— en tan poco espacio [...]. «La atmósfera que consigue construir Carmen Verde es, yo diría, tan aterradora como alguna de las atmósferas que dibuja Mariana Enríquez en sus relatos, y todo en una casa, verdaderamente llamativo y meritorio». —Inés Martín Rodrigo, El Ojo Crítico, RNE
«Una fuerza narrativa difícil de olvidar». —Ángeles López, La Razón
«Verde escribe como una cirujana: cortante y precisa. Su narradora, más que explicar, desliza, dejándonos la incógnita de los orígenes de la desdicha». Ana Rodríguez Álvarez, Revista Mercurio