Cuando Atalanta nació, su padre, disgustado porque no había conseguido tener un heredero que le sucediera en el trono, ordenó que la abandonaran en el bosque. Atalanta creció bajo los cuidados de una osa. El destino la llevó algunos años más tarde, a conocer a Diana, la diosa cazadora, y así empezó para ella una vida en la que se mezclan las historias de los dioses y las de los humanos.